El tiempo ha pasado a la misma velocidad de siempre, claro está, pero nos ha dejado la sensación de haberlo hecho demasiado rápido.
Aún así, seguimos leyendo, que es lo importante, y seguimos manteniendo nuestras reuniones (más pequeñas, eso sí), y comentando las lecturas que este curso nos ha puesto en el camino.
Tras la pausa navideña en El Club de las Cuatro comenzamos a leer "Tokio blues", de Haruki Murakami, una novela corta, pero desde luego no ligera. Al principio parece que nos vamos a encontrar con una historia sobre un adolescente implicado en un triángulo amoroso, pero el autor da un giro a los acontecimientos y, de pronto, te das cuenta de que lo que subyace tras ellos es una simple pregunta: ¿Cómo convivir con los problemas del pasado?. Los personajes de Murakami no son comunes, están atrapados entre la nostalgia y la monotonía, algunos tienen sus fantasmas del pasado, otros alguna tara emocional, y todos están inmersos en su particular viaje hacia la madurez...
Por otro lado, los temas que aparecen -el sexo, la enfermedad, la muerte, el suicidio-, aunque no dejan la historia exenta de crudeza, no impiden al autor abordarla con tacto y mucha sensibilidad.
Para saber exactamente cómo es la historia, ya saben, hay que leerla; y nuestro club la recomienda fervientemente porque nos ha resultado muy especial, adictiva y tierna.
"Berta Isla" es una ficción -la novela- sobre otra ficción -la vida profesional de Tomás Nevinson como agente secreto-, pero sobre todo es una historia que nos hace partícipes de una verdad, "nadie puede saberlo todo de nadie", que quizá sea la única que existe en la trama, porque Tomás basa su vida en esconder, en mentir (aunque sea a medias) y Berta no miente, pero tiene que luchar contra una ausencia que no entiende, que la rodea de dudas, y le hace sentir que su vida no es del todo cierta.
El autor utiliza dos voces narrativas para contarnos las historia: un narrador en tercera persona (el que nos pone en antecedentes, que todo lo sabe) por un lado, y la voz de Berta, la que da título a la novela, por otro; ambos se van intercalando para componer la historia de Tomás Nevinson (la que Berta no sabe) y la que sí conoce, y vamos conociendo nosotros, de su propia voz.
Escrita con el estilo característico del autor, una prosa envolvente repleta de enumeraciones, de acciones ralentizadas descritas como a cámara lenta, de largos párrafos en los que se añoran las comas..., todo esto hace que el lector se sumerja en su lectura como en una letanía, adquiriendo un ritmo casi hipnótico, y experimentando un intenso placer al descubrir que a la importancia del contenido se le une la belleza de la forma.
La autora compone dos personajes memorables (rodeados de otros muchos insólitos e inolvidables), las introduce en un viejo Volkswagen escarabajo, y nos hace acompañarlas en ese viaje que no es sólo el último (pues también hay otro que nos lleva a su pasado), pero en ambos, van dejando por el camino, un reguero de cadáveres. Una novela escrita con un estilo propio y muy personal, que incide mucho sobre los sentidos, con un resultado muy original. Recomendable cien por cien, no dejéis de lado su lectura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario