14 enero 2019

CLUB DE LECTURA: EDICIÓN 2018/19...¡YA ERA HORA!

Vamos tarde, bueno más bien tardísimo. Ya estamos en el nuevo año y aún no hemos hecho ni un mal comentario sobre los títulos leídos, así que vamos al grano:

Comenzamos la nueva edición leyendo “Crónica del rey pasmado” de Gonzalo Torrente Ballester, una novela de corte histórico que se recrea en la historia solo lo justo y necesario, lo que la hace muy asequible para todo tipo de lectores. Destacaremos de ella sobre todo dos cosas: una, la calidad del lenguaje utilizado (¿podríamos esperar otra cosa de uno de nuestros mejores escritores del siglo XX?), lleno de matices y que diferencia de un modo muy sutil la forma de hablar de las distintas clases sociales; la otra, es la construcción del extenso muestrario de personajes que aparecen -a medio camino entre la realidad y la invención-, a los que aporta tintes irónicos, humorísticos y pícaros que pueden llevar al lector de la simple sonrisa a la abierta carcajada, algo poco común en el género histórico.
Ya sabéis que nunca desvelamos nada del contenido de nuestras lecturas (hay que leer, hay que leer...) pero os animamos a sumergiros en la corte de Felipe IV, a que conozcáis su obcecación por ver satisfecho un capricho, a saber toda la serie de discusiones morales que “ese capricho” despierta en los diferentes grupos sociales, a mezclaros en las intrigas palaciegas, en los entramados amorosos... Merece la pena.

Nuestra segunda lectura ha sido “Suite francesa” de Irène Nemirovsky, un salto de la corte borbónica española a la Francia ocupada de la II Guerra Mundial.
Esta es una novela extraordinaria escrita en condiciones excepcionales, sin la objetividad que proporcionan el tiempo y la distancia, y que fue publicada muchos años después de la muerte de la autora, tras ser encontrado el manuscrito por una de sus hijas.
“Suite francesa” es sólo parte de un proyecto mucho más ambicioso (dos partes de cinco) que la escritora no pudo terminar: en la primera parte nos muestra el París previo a la invasión alemana y los primeros bombardeos, la huida de sus moradores de la ciudad y toda la serie de escenas -grotescas, crueles, conmovedoras...- que tienen lugar en el camino. En la segunda asistimos a la convivencia a la que obliga la presencia de los invasores, los odios que despierta, los temores y
miedos, las historias de amor clandestinas...
La novela cuenta con un considerable componente autobiográfico, pero está escrita con un tono distante y realista, que nos da una visión absolutamente implacable de la sociedad francesa a la que le tocó vivir la ocupación (para saber más, ya sabéis...).

Después dimos otro de nuestros típicos giros radicales (nos gusta esto, creemos que da agilidad a nuestro Club), y afrontamos la lectura de “El abanico de seda” de Lisa See. Una novela repleta de ritos ancestrales y costumbres chinas narradas con bastante veracidad, muy amena de leer -dura en ocasiones-, que encierra más de un mensaje universal (nosotros hemos visto al menos dos): el valor de la amistad por encima de casi todas las cosas, y el sometimiento de la mujer -una vez más- dentro de la cultura y sociedad de un país en un momento no demasiado lejano.
Lejos de querer restarle importancia a esta novela, en la que el canto a la belleza de las costumbres arraigadas en una cultura, mezclada con la crueldad que encierran, llegan con gran facilidad a los lectores, no hemos podido dejar de hacernos una pregunta: ¿Ya nadie recuerda la obra de Pearl S. Buck?.

Por último y antes de despedir el año, repartimos un nuevo título para esos días tan entrañables: “Doña Perfecta” de Benito Pérez Galdós. Entre turrones, villancicos y alguna que otra campanada hemos consumido esta novela, todo un clásico ya dentro de nuestra literatura patria, que ha resultado ser todo un placer.
“Don Benito” es todo un genio en la utilización del lenguaje, en las descripciones, en la elección de los nombres, en la organización de su narración y en la composición de los personajes. Estos sin duda son importantes, pero quizás más aún lo sean las ideas que representan: la confrontación entre el irracionalismo de raíces religiosas alimentado por las clases sociales dominantes (representado magistralmente por Doña Perfecta y “sus secuaces”), frente al pensamiento moderno, racionalista, científico e ilustrado que representa su sobrino. Y en mitad de todo esto esta Remedios, la encarnación de la España que le tocó vivir Galdós, indecisa entre la modernidad y la intransigencia...
Interesante lectura, porque Doña Perfecta, protagonista rotunda de esta novela, encarna la “bondad de las intenciones” y en ella, como muy bien reflejó Manuel Hidalgo en “El cultural” del 6 de noviembre de 2012, "... en esa bondad de la intención se parapeta Doña Perfecta -y todas las doñas Perfectas y los don Perfectos- para justificar, sus intereses y sus malas artes: la maldad de sus intenciones-". 


Y tenemos nuevo título -seguimos leyendo-, pero ya os contaremos cuando hayamos terminado...
Esperamos que aguardéis con interés.
Hasta entonces.